Este anillo solitario en oro blanco destaca por su diseño limpio, moderno y perfectamente equilibrado. La banda, de grosor medio y bordes ligeramente planos, aporta una apariencia sólida y contemporánea que realza la geometría del diamante central. La piedra, un diamante talla princesa, está montada en una montura de cuatro garras que realza su forma cuadrada y permite que la luz se refleje en cada faceta con máxima intensidad. El brillo frío del oro blanco complementa de manera impecable los destellos cristalinos del diamante, creando una pieza atemporal, sofisticada y llena de carácter. Ideal para quienes buscan un anillo elegante, moderno y con una personalidad definida.
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